lunes, 11 de julio de 2011

Cuando se abandona un blog...

Cuando se abandona un blog es como cuando se deja a un niño huérfano, o a un perro sin amo… O tal vez, para ser menos dramáticos, es como cuando se renuncia al kárate, al gimnasio o a las clases de piano. Sí. Puede que la cosa se parezca a ese tipo de renuncias, presuntamente reversibles. Presuntamente.

En mi caso ya se está haciendo casi recurrente: termino alejándome de las cosas que más quiero y no llego a saber por qué. Eso cansa y duele.

A veces nos pasan cosas que nos sacuden hasta la perplejidad. Perdemos seres que amamos, se van de nuestras vidas y nos quedamos desnudos, abandonados, boquiabiertos. A veces, mientras flotamos con los brazos extendidos y las piernas extendidas, como crucificados en el mar, de frente al cielo, recibiendo la tibia caricia del sol, justo cuando a los oídos sólo nos llega un suave rumor de mar, respiración y latido, en ese momento, justo ahí, a veces llega una ola inmensa que nos sacude y revuelca. Nos golpeamos la cabeza con una piedra, nos raspamos las piernas, pisamos un erizo, tragamos arena y sal, un palo nos roza y se clava en el pecho, y seguimos agua abajo, revolcados. En algún momento, con algo de suerte, saldremos a la superficie, a respirar aire y no agua. Tal vez sea preciso impulsarse y nadar hacia arriba, de tan hondo que hemos tocado. Tal vez.

Ningún revolcón de ola justifica el abandono del blog. No es mi intención justificar el silencio (entre otras cosas porque el silencio no es algo sobre lo que uno deba apenarse o presentar excusas). Al contrario. El revolcón que me hizo callar también me lleva a escribir. Y eso tal vez quiere decir que lo estoy pasando. El revolcón, digo.

Cuando se abandona un blog se hace sin saberlo muy bien. Pero hoy he sentido la necesidad de hacer un intento por rescatarlo de ese cementerio de elefantes que ocupan los miles de millones de blogs muertos, de palabras jamás leídas, de gavetas imaginarias y papeles empolvados. He decidido reanimarlo, y reanimarme. Esto no es la promesa de un regreso mediocre o triunfal. Es apenas un post, un derecho de palabra. Sólo eso.