Por Luis Miguel Andrade Fernández
Quiero dirigirme especialmente a mis tíos y tías, primos y primas y a algunos viejos amigos y conocidos que actualmente se identifican con el chavismo, y me atrevo a hacerlo porque sé que son genuinos y honestos, y no tarifados ni "enchufados"...
Yo entiendo lo que representó el fallecido presidente Chávez
para ustedes, porque sé que su discurso sabía colarse entre las buenas personas
que creen en la igualdad y en la inclusión social, aunque en la realidad se
quedó, a mi modo de ver, en el simple discurso. Pero en todo caso, quizá, ya eso
quedó en el pasado porque él ya no está. Murió, lamentablemente, porque pienso
que merecía otro final...
Lo que me interesa es buscar en ustedes la verdad, y me baso
en el hecho de que los conozco, sé de sus principios y valores, tanto
individuales como familiares, sé de su amor por la vida, por el trabajo, por
este país, y porque sé que creen en DIOS...
Y porque sé esto, no logro entender por qué ahora apoyan y
aúpan la idolatría a falsos dioses; por qué siguen a unas personas que se
suponían eran los verdaderos responsables de los innumerables y repetidos
desaciertos del gobierno; por qué suscriben el secretismo y las mentiras con
que fue manejada la enfermedad y muerte del presidente; por qué protegen
manifiestos actos de corrupción, peculado, malversación de los recursos
públicos; y sobre todo, lo más importante, por qué creen que el país puede
mejorar con las mismas personas que lo han gobernado en los últimos 14 años,
dejando un saldo en contra de hampa desatada e impune, desabastecimiento,
devaluación de la moneda, pésimas políticas sanitarias, pobreza y marginalidad
-aun con enormes ingresos petroleros- y, principalmente, división y odio entre
compatriotas.
Familia, amigos: apelo a su buen juicio y sobre todo a que
sé que son buenas personas. Es el momento de reconciliarnos como hermanos que
somos, que debemos querer lo mejor para todos y por ende, para nuestro país.
No sólo es por nosotros... ¡es por nuestros hijos! ¡Un
abrazo!