martes, 9 de abril de 2013

Reconciliación

Por Luis Miguel Andrade Fernández


Quiero dirigirme especialmente a mis tíos y tías, primos y primas y a algunos viejos amigos y conocidos que actualmente se identifican con el chavismo, y me atrevo a hacerlo porque sé que son genuinos y honestos, y no tarifados ni "enchufados"...


Yo entiendo lo que representó el fallecido presidente Chávez para ustedes, porque sé que su discurso sabía colarse entre las buenas personas que creen en la igualdad y en la inclusión social, aunque en la realidad se quedó, a mi modo de ver, en el simple discurso. Pero en todo caso, quizá, ya eso quedó en el pasado porque él ya no está. Murió, lamentablemente, porque pienso que merecía otro final...
Lo que me interesa es buscar en ustedes la verdad, y me baso en el hecho de que los conozco, sé de sus principios y valores, tanto individuales como familiares, sé de su amor por la vida, por el trabajo, por este país, y porque sé que creen en DIOS...

Y porque sé esto, no logro entender por qué ahora apoyan y aúpan la idolatría a falsos dioses; por qué siguen a unas personas que se suponían eran los verdaderos responsables de los innumerables y repetidos desaciertos del gobierno; por qué suscriben el secretismo y las mentiras con que fue manejada la enfermedad y muerte del presidente; por qué protegen manifiestos actos de corrupción, peculado, malversación de los recursos públicos; y sobre todo, lo más importante, por qué creen que el país puede mejorar con las mismas personas que lo han gobernado en los últimos 14 años, dejando un saldo en contra de hampa desatada e impune, desabastecimiento, devaluación de la moneda, pésimas políticas sanitarias, pobreza y marginalidad -aun con enormes ingresos petroleros- y, principalmente, división y odio entre compatriotas.

Familia, amigos: apelo a su buen juicio y sobre todo a que sé que son buenas personas. Es el momento de reconciliarnos como hermanos que somos, que debemos querer lo mejor para todos y por ende, para nuestro país.
No sólo es por nosotros... ¡es por nuestros hijos! ¡Un abrazo!