Una buena tarde hice los depósitos que había que hacer. Del Seguro me enviaron la planilla de declaración del siniestro por email, la imprimí, la llené y la envié por MRW. La carta del Seguro dirigida al INTT salió al cabo de semana y media. Me la enviaron por email escaneada y la imprimí, pero como eso no era suficiente había que esperar la original. Igual aquella semana era muerta para mí porque me tocaba ir a Tránsito el miércoles y aquel era feriado. Gracias al apoyo familiar con el que he contado pude tenerla en mis manos el siguiente martes en la tarde-noche.
Sabía que debía madrugar al día siguiente. Me pararía a las 4:00am y, nuevamente gracias al apoyo familiar, mi cuñada me estaría llevando alrededor de las 5:00 para estar muy temprano. Bueno, mi poca vocación madrugadora imposibilitó la cooperación de mi cuñada. No le paré a la alarma y tampoco hice caso a las varias llamadas que me hizo al celular. Terminé parándome por motu propio como a las 6:00. La llamé para decirle que no se preocupara que ya a esa hora me iba en carrito. Por fortuna y por los traumas burocráticos previos, me preparé dos sandwishes (sánguches, pues), porqueunonuncasabe… Así salí de mi casa y agarré mi carrito. El sol tenía rato largo asomado,y el bululú de los 3 millones de personas que se pararon antes que yo ya se estaba activando.
Ya había mucho tráfico, mucha gente en la calle, muchas paradas. El carrito que dice “Petare” llegó hasta Altamira, pero bueno, equis, me monté en otro ahí mismo que sí me dejó donde era: Oficina Principal del Instituto Nacional de Tránsito y Transporte Terrestre, La California (frente al Unicentro El Marqués). No me había bajado cuando ya quería devolverme. La cola era kilométrica. Mucha gente adentro, mucha gente afuera, por los frontales del edificio, laterales, azoteas. Pero ya estaba ahí. Eran casi las 8:00. Había que afrontar el asunto.
-¿La cola para el traspaso?
-Esta misma, allá al final –me contestó un funcionario que estaba en la puerta.
Llegué al extremo de la cola en plena Av. Franciso de Miranda, en la acera. Saludé y me instalé en mi puesto. Adelante tenía a un pobre señor que, según me reveló instantes después, venía de Guayana a sacar un duplicado al título porque le robaron el carro y se lo exigían. Mucho después supe que se llamaba Jhonny y otras cosas más. Por los momentos era un ciudadano con una especie de tic nervioso que consistía en entrecerrar un poco los párpados como si enfocara siempre todo lo que veía, incluso de cerca. Así, por ejemplo, me miraba mi sanduchito (el primero porque el segundo debía reservármelo) cuando decidí comérmelo un rato después.
Detrás tenía a un señor un poco malhumorado que cargaba el Sobre horrible blanco, negro y anaranjado (los colores de Condorito) que uno tiene que tener.
-Disculpe señor, ¿dónde consiguió ese sobre?
-Yo lo compré. ¿Tú no lo tienes? Ayyyyyyy, tú tienes que hacer otra cola.
-¿Sí?
-Claro. Aquí ya tienes que tener el sobre.
-Bueno, voy a preguntar… -fui y regresé a mi puesto- El funcionario de la puerta me dijo que no, que eso se compraba adentro.
-¿Te dijo eso? Qué bolas. Esos tipos no quieren trabajar una mierda, no joda @#*&$...
Yo estaba algo desconcertado mientras el señor seguía alterado. Yo entiendo que uno tiene el deber de arrecharse con el sistema, con el país, pero ¿tan rápido? Pensé que el señor tenía algún otro problema o simplemente quería que todos en la cola se fueran a otra cola para que él quedara solito… No sé. Después de desayunarme mi primer sanduchito, pelé por Pedro Páramo que la tenía en el bolso –no se puede salir a hacer un trámite sin buen material de lectura- y me puse a leer recostado a la pared. La cola se iba engrosando y el señor iba contagiando a todo el mundo con su arrechera. Tanto que yo que estaba tranquilito leyendo, empecé a arrecharme también.
-Sí, y así es Cadivi, igualito, y que gobierno electrónico... –empezaba yo a atizar el fuego
-¿Y Onidex? ¡Já! Esa vaina no sirve. Sacarse el pasaporte es imposible –saltaba otro por allá que interrumpía mi lectura.
Minutos más tarde, el pobre guayanés se dio cuenta de que todo el mundo tenía sobre menos él y yo y empezó a preocuparse.
-¿Tú tampoco tienes sobre? Ustedes tienen que hacer otra cola. A ellos les están diciendo que hagan esta cola –ahora dirigiéndose a otros compañeros- y luego los van a poner a hacer otra cola. Es que esto no sirve. Este gobierno no sirve –y continuaba…
Jhonny, el gordito guayanés, fue a ver si en efecto teníamos que hacer otra cola y le dijeron lo mismo que a mí: el sobre se compra adentro.
El señor malhumorado continuaba su mitin:
-Este gobierno va a caer pronto. Ya nadie aguanta esta vaina, etcétera, etcétera.
No es que yo no compartiera buena parte de lo que decía, pero me llamaba la atención la vehemencia de su temple matutino. Y rápidamente me llamó la atención también un detalle en el que no había reparado: llevaba colgado un carnet del Ministerio de Energía y Petróleo. Ahora yo estaba más desconcertado.
Un poco más allá de las 9.00 nos comenzó a moverse la cola y un poco más allá, cruzamos la puerta y nos internamos. Había sillitas de salón de fiesta por todos lados, pero todavía estaríamos de pie un buen rato. Una vez adentro, Jhonny y yo fuimos a comprar el fulano sobre. Fue muy fácil. Cinco minutos después estaba en mi cola otra vez.
-Eso sí está divino –escuché que dijo el señor malhumorado refiriéndose a una de las muchachas que atendía. Se está relajando, pensé.
Así transcurrió un rato largo. Lloviznó pero no nos mojamos gracias al toldo y a una mata de mango. Iba pasando gente poquito a poco. Hasta que logramos sentarnos. La metodología era la de irse rodando en los asientos, como los juegos infantiles en los que uno va rodeando las sillas y alguien va quitándolas una a una. Bueno, más o menos así era la cosa. ¿Cuánta gente había adentro? Yo calculo que millón, millón y medio de personas… En serio era mucha gente porque del otro lado había un lugar con muchas más sillas y mucha más gente.
Eran como las 10:30 cuando salió otro de los funcionarios diciendo con un cantadito un poco atorrante:
-Señoras, señores, tienen que tener muuuuucha paciencia. Ustedes van a estar saliendo de aquí como a las 4 de la tarde…
Los murmullos fueron reacción inmediata. Todo el mundo se alarmó, aunque uno siempre guarda esperanzas. El señor malhumorado me dijo “Ya vengo” y le guardé el puesto en la silla, mientras llenaba los datos del sobre.
Al rato empezaron a chequear los recaudos y mi amigo Jhonny me dijo, casi tembloroso:
-Coño, no me quieren recibir porque y que me falta una carta del seguro
-Ah sí, chamo, la carta que el seguro le manda a Tránsito…
-Coño, y yo vengo de Guayana…
El escenario era cruel para él. Lo lamenté pronfundamente y traté de darle ánimos para que insistiera.
-La solución es que vayas a la sede del seguro en Caracas y que te hagan esto y lo traigas mañana. Plantéales el caso porque a mí me tardó como una semana. ¿Y dónde te estás quedando? –pregunté ingenuamente.
-No, si yo no me estoy quedando. Yo llegué hoy mismo a Caracas y me regresaba hoy mismo pa´Ciudad Guayana. Yo no tengo plata, no conozco la ciudad ni tengo nadie aquí -respondió.
De verdad que se me partió el alma. No sólo lo atracaron para quitarle el carro, sino que le pasa esto. Sentí tanta compasión que le di mi número de teléfono para que me llamara cualquier cosa.
-Suerte –le dije
-Gracias papá. La voy a necesitar.
To be continued again again
César Aira - Traducción
Hace 20 horas
3 comentarios:
De verdad que uno ve unas cosas en esas colas... Estuve haciendo la cola para la licencia, y lo más sorprendente de todo era la groserísima cantidad de gente que estaba por traspaso. Sin exagerar, de la cola de 850 personas (estimado que ya doy por corto) que había en la oficina del INTTT de Los Chaguaramos, 799 (y no cuento al señor que fue al baño y no volvió, Dios tenga su alma porque su cuerpo estaba podrido) eran por traspaso. Eso implica, creo yo a raíz de los datos estadísticos incontrovertibles levantados ese día, que el 90% de los vehículos que circulan por la capital son robados. Sino, ¿de dónde sale ese gentío que va a matarse su mañana en ese trámite? Y mejor no comento, en un blog protegido por la LOPNA, las expresiones de afecto de los 769 que no habían entrado cuando les dijeron que eran sólo 30 traspasos al día, y que se fueran a burro o papagayo si les daba la gana a la sede del Marqués, donde aparentemente se traspasa mejor.
Qué vaina.
Ricky por favor termina ya de escribir esta historia porque estoy ansiosa.
Besos y mi amor para ti!!!
Manina
Luis Santiago! Hermano querido! Eres otra víctima del INTTT.. jajaja qué risa tu comentario.. Mira, yo dudo que algo sea peor que en El Marqués, pero este es el reino de lo posible... Un abrazo!! Y muchas gracias con la consideración a los miles de niños, niñas y adolescentes que visitan este espacio ;)
Prima querida! jajaja, tan bella, gozando con el dolor ajeno... jaja.. ya voy a postear el desenlace de mi fascinante decadencia.. Un beso grande y la bendición a Luifer y Ana!!
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